Por fin decidimos aventurarnos hacia la parte asiática del mundo. Hasta ahora sólo nos habíamos movido por Europa y por América del Norte y Central. Por eso, y por lo especial que ha resultado este viaje para nosotros, hemos decidido que esta maravillosa aventura a la India sea nuestro primer artículo de este blog.
Para poneros en contexto, decidimos empezar este gran viaje debido a una invitación de boda que recibimos de parte de una de nuestras amigas indias. Después de conocerla hace ya unos años en Europa se decidía a casarse y nos invitaba a la boda: «Qué mejor ocasión para visitar la India que yendo a una boda tradicional hindú».
Nunca habíamos viajado por Asia, así que no sabíamos muy bien cómo afrontar esta nueva aventura. Decidimos buscar por internet a ver qué agencias de viaje estaban especializadas en el sureste asiático y naturalmente encontramos muchas de ellas… ¿Cuál elegir? Después de visitar webs, pedir presupuestos, consultar a amigos y ver foros, nos decidimos por Directia Travel. Sin duda alguna fue una elección muy acertada: un trato muy amable y siempre pendiente de nosotros y una experiencia in situ inigualable que nos permitiría pasar 15 maravillosos días en la India. Si queréis, también pueden gestionaros el visado para acceder al país, aunque nosotros lo hicimos en esta página del Gobierno indio: https://indianvisaonline.gov.in/
Una vez que ya lo teníamos todo más o menos planificado y montado nos tocó el tema de las vacunas y demás. No teníamos muy claro de qué teníamos que vacunarnos así que decidimos pedir cita en el departamento de vacunación del hospital 12 de Octubre de Madrid. Allí nos informaron de todo lo necesario (repelente de mosquitos y lo más importante, qué hacer y qué no hacer). Sólo nos tuvimos que poner dos vacunas: la fiebre amarilla, y la hepatitis. Pensaréis, ¿y qué pasa con la malaria? Pues bueno, a la zona a la que viajábamos la malaria no es endémica, así que no es necesario vacunarse contra ella. En cuanto al repelente, os recomiendo que os llevéis uno de protección «Extra». Nosotros, siguiendo las recomendaciones del farmacéutico compramos un par de botes del Goibi Xtreme Spray.
Planificado el viaje y después de unos meses de espera por fin tocaba comenzar nuestra aventura. Decidimos viajar con maleta de mano y no facturar ya que tendríamos que coger varios vuelos internos y no sabíamos cómo de fiables eran esas aerolíneas. Llenamos nuestras maletas de ropa de primavera veranos, pantalones cortos, camisetas, calzado cómodo y un par de sudaderas, ya que viajábamos en febrero y aunque por el día hace bastante calor, en torno a 20 – 25ºC por la noche puede refrescar un poco. Y nos fuimos al aeropuerto para emprender este gran viaje.
«Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre»
Mahatma Gandhi
Al llegar al aeropuerto de Delhi, tuvimos que pasar los trámites de inmigración. Eso nos llevó casi dos horas, pero finalmente conseguimos pisar suelo indio. Allí nos estaba esperando el contacto de la agencia que nos dio el paquete de bienvenida y nos acompañó al hotel, el Crowne Plaza New Delhi Okhla, sin duda alguna el mejor hotel de todo el viaje. Como llegamos a la hora de comer a Delhi, decidimos comer en el hotel y descansar un poco tras el viaje, más de nueve horas de vuelo directo desde Madrid. Esto nos sirvió para cargar pilas ya que al día siguiente nos esperaba nuestro primer día en India.
Día 1 – Delhi
Nos levantamos relativamente pronto, sobre las 7:30 de la mañana ya que a las 8:30 habíamos quedad con el guía que se iba a encargar de enseñarnos la capital. Salimos del hotel en una especie de minibus climatizado y entramos en el caos de Delhi. Nunca habíamos visto nada parecido. Ricksaws y coches en todas direcciones, atascos interminables, bicicletas donde iban hasta cuatro personas montadas, vacas en medio de la carretera… Un auténtico caos. Sorprendidos por este «caos organizado» como lo llaman ellos, el guía nos llevo a nuestra primera parada del día: La Mezquita Jama Masjid, la mezquita más grande de la India.

Sin duda alguna, la mezquita Jamal Masjid es una de las más impresionantes y más grandes del mundo. Es obligatorio entrar descalzo y con pantalón largo, sino, hay que alquilar una especie de pareo, para cubrirse las piernas con él. Las mujeres tienen que ponerse un «saree» que las cubra enteras y así poder acceder a la mezquita. Es interesante quedarse un rato en la explanada observando a la gente y viendo sus costumbres. Si además te gusta la meditación o la relajación, también vimos a grupos de gente sentadas en el suelo meditando en silencio.
Una vez visitada la mezquita, en los alrededores se pueden ver un montón de «ricksaws» dispuestos a llevarte a dar una vuelta por unas pocas rupias. Además, su pequeño tamaño y maniobravilidad permiten acceder a zonas a las cuales no se puede llegar con coche o minibus. Es una experiencia única y es cuando de verdad te das cuenta de lo caótico que puede resultar circular por Delhi. En nuestro caso, nos llevó por las calles cercanas y nos adentramos en el mercado que hay colindante a la mezquita, esquivando a los cientos de personas y animales, e incluso en algunas ocasiones chocándonos con ellos.
Tras finalizar el paseo en «ricksaw» nos volvimos a montar en el minibus y nos dirigimos al memorial de Gandhi, el Raj Ghat. El monumento se encuentra a cielo abierto y tiene una llama eterna en uno de sus extremos. Está situado a orilla del río Yamuna. Un camino de piedras conduce a la zona vallada en la que se encuentra el memorial. En el memorial se puede leer el siguiente epitafio: Hey Ram, que significa «Oh Señor», y que fueron las últimas palabras que pronunció Mahatma Gandhi antes de morir. Sin duda se trate de un lugar más espiritual que arquitectónico, aunque impresiona el respeto que la gente local le tiene.
Una vez visitado el memorial y parado a comer, mucho ojo con esto… Nuestro consejo es que elijáis «family restaurants» salvo que seáis unos temerarios y queráis moriros de dolor con el picante local. Nosotros comimos en uno que se llama ….., que sin ser algo espectacular nos permitió comer sin morir en el intento…
Tras nuestra experiencia gastronómica nos dirigimos a la puerta de la India, un monumento construido para rememorar a los soldados indios que fallecieron durante la Primera Guerra Mundial. Cuando nosotros fuimos no había mucha gente occidental visitando el monumento; mas bien la gran mayoría eran locales que se quedaron bastante sorprendidos al vernos por ahí. Muchos incluso nos pidieron hacernos selfies con ellos, así que si os pasa a vosotros, no os extrañéis, es algo muy natural allí en la India.
Para finalizar el día nos dirigimos al complejo de ruinas Qutb donde podemos encontrar el minarete de ladrillos más alto del mundo, el Qutub Minar. Este minarete tiene 72,5 m de altura y está hecho de ladrillo y mármol. El Qutub Minar es la construcción islámica más antigua de Delhi y forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Tras haber visitado las ruinas Qtub, nos dirigimos ya al hotel, donde tras una merecida ducha descansamos un poco, cenamos e hicimos de nuevo la maleta para, al día siguiente coger un tren que nos llevaría a la ciudad sagrada de Pushkar, donde tendría lugar la boda que nos había traído a esta gran aventura.
Día 2 – Traslado de Delhi a Pushkar
Tuvimos que levantarnos bastante temprano ese día ya que cogíamos el tren de las 6 de la mañana a Pushkar. Tras unas 4 horas y media de tren, donde para nuestra sorpresa te dan de desayunar y de beber, llegamos a Pushkar donde por fin nos encontramos con nuestros amigos locales. Aprovechamos la tarde para ver un poco los preparativos de la boda y charlar animadamente con la familia de la novia, la cual nos acogió como si fuéramos uno más. Nos preparábamos para vivir una auténtica boda india desde dentro; sin duda una experiencia única y muy alejada de las bodas convencionales a las que estamos acostumbrados en España.
Día 3, 4 y 5 – Boda en Pushkar
La boda duró tres días. Si os soy sincero, se nos hizo un poco larga aunque tremendamente sorprendente. Al contrario que las bodas en España, no es un evento continuado. Se producen parones a lo largo del día. Eso nos permitió aprovechar uno de esos «tiempos muertos» para visitar la ciudad sagrada de Pushkar, que significa «Flor de Loto».
Se trata de una ciudad relativamente pequeña para lo que estamos acostumbrados en India. Tiene un lago central donde se realizan los rituales de purificación y cuenta con el único templo Brahma de todo el país. Este lago tiene una historia un tanto mística: Los hindúes creen que los dioses dejaron libre un cisne con una flor de loto en el pico. Allí donde el cisne dejara caer la flor, Brahma haría un gran ritual. El loto cayó en el lago de Pushkar y por ende se convirtió en un lugar sagrado. En el lago tuvimos la ocasión de hacer una ofrenda al dios Brahma y sumergirnos en la India más religiosa.

Día 6 – Traslado de Pushkar a Jaipur
Una vez acabada la boda, cogimos el minubus de nuevo con destino Jaipur, también conocida por «La Ciudad Rosa». Llegamos a Jaipur casi al atardecer alojándonos en el Radisson Blu Jaipur City Center, así que nos dio tiempo a dar una pequeña vuelta antes de que anocheciera. Visitamos el Templo de Birla, un templo bastante reciente ya que fue construido en 1988. Está realizado completamente en mármol blanco dedicado a la diosa Lakshmi y al dios Vishnu. Lamentablemente sólo se pueden sacar fotos del exterior del templo ya que está terminantemente prohibido hacerlas en el interior; si te pillan se pueden quedar con tu móvil o cámara de fotos.
Una vez oscurecido y visto el templo volvimos al hotel donde cenamos y descansamos para ponernos en marcha pronto al día siguiente.
Día 7 – Jaipur y Amber
Comenzamos el día a tope de energía. Teníamos por delante visitar la ciudad rosa de Jaipur y subir al fuerte Amber.
La Ciudad Rosa es la parte antigua de Jaipur. Tiene ese color porque está construida en estuco rosado para imitar a la arenisca. Allí, los monos campan a sus anchas por los tejados y las paredes de las casas. Cualquier nuevo edificio que se haga dentro del recinto de la ciudad antigua debe ser de color rosado, ya que se considera un símbolo de la hospitalidad de Jaipur.
Es recomendable pasear por sus calles observando la arquitectura y los comercios locales pero sin duda los más impresionante es el Hawa Mahal o Palacio de los Vientos. Se trataba de una cámara donde se alojaban las mujeres y concubinas del marajá. Tenían pequeñas ventanitas con rejas para poder mirar lo que ocurría en la calle sin que la gente de la calle pudiera verlas. Lamentablemente no se puede entrar dentro de este palacio cuando estuvimos en Jaipur así que nos tuvimos que conformar con tomar fotos de la fachada del mismo.

Una vez que habíamos visitado la ciudad de Jaipur cogimos el minibus y pusimos rumbo al fuerte Amber que está a unos 10 km de la ciudad. El fuerte Amber se halla en lo alto de una colina y alberga una pequeña ciudad. Muchos de sus habitantes van y vienen a Jaipur diariamente así que la afluencia de personas entre ambos lugares es bastante alta.
Existen varias formas de subir al fuerte Amber: En jeep, en elefante o andando. Nosotros subimos en jeep aunque para la próxima vez, si volvemos algún día, nos gustaría probar la experiencia de subir en elefante.
El fuerte Amber es un complejo de palacios construido sobre las antiguas ruinas de un templo al sol del año 900. Tiene un color entre ocre y amarillento y cuenta con un sinfín de galerías, cámaras y jardines donde uno puede perderse e imaginarse cómo era la vida dentro del fuerte en la época de los marajás. Mi consejo, visitadlo sin prisa; pasead por sus jardines y cientos de habitaciones, observad los elefantes cuando entran en el fuerte, no os acerquéis demasiado a ellos ya que puede ser peligroso, y observad las vistas desde lo alto de la colina; descubrid la paz que reina en esa arquitectura tan imponente.
Día 8 – Traslado de Jaipur a Agra, pasando por la ciudad fantasma de Fathepur Sikri
Al día siguiente nos montamos de nuevo en el minibus y nos dirigimos a la gran ciudad de Agra, lugar donde veríamos una de las maravillas del mundo moderno: El Taj Mahal. Sin embargo, antes de llegar a Agra hicimos una parada en Fathepur Sikri, una ciudad fantasma que anteriormente estuvo habitada por la corte del marajá pero que actualmente solo está abierta para turistas durante el día, quedándose totalmente despoblado por la noche.
Fathepur Sikri fue la capital del imperio mogol durante 14 años. Tenía amplios palacios y zonas públicas, y se cree que tuvo que ser abandonada por falta de agua, aunque es sólo una teoría. No se sabe a ciencia cierta lo qué paso para que se tuviera que abandonar la ciudad. Dentro se pueden visitar una gran cantidad de edificios, monumentos y tumbas. Nuestra recomendación es similar a la que dimos en Amber: pasea, pasea y pasea. Descubrirás un montón de lugar que te dejarán sin aliento y te mostrarán cómo se vivía antiguamente, cuando la ciudad estaba llena de vida y era un bastión imponente del imperio mogol.
Tras visitar la ciudad fantasma de Fathepur Sikri recorrimos los 30 km que nos separaban de Agra, pudiendo ver por fin y desde la distancia el gran Taj Mahal, el mayor mausoleo del mundo.
Como llegamos antes del atardecer, decidimos aprovechar al máximo nuestra estancia en Agra e ir a ver un edificio que no es muy conocido pero que tiene una gran historia detrás: el «Baby Taj Mahal». Se trata de una especie de Taj Mahal a tamaño «normal». Se trata también de un mausoleo erigido por la misma familia que construyó el Taj Mahal pero algo más antiguo. Se considera un ensayo del verdadero Taj Mahal. Al igual que su hermano mayor, tiene una simetría perfecta y está rodeado de cuatro puertas y jardines. Al no ser un monumento muy visitado, el venir a verlo nos supuso un oasis de calma en medio del caos de Agra, un remanso de tranquilidad que se echaba en falta debido al ajetreo constante de nuestro viaje.
Tras la visita al Baby Taj, pusimos rumbo a nuestro hotel, el Ramada Plaza de Agra. Esa noche nos acostamos ansiosos y expectantes ya que al día siguiente tendríamos que madrugar bastante, pero merecí la pena ya que por fin veríamos el Taj Mahal.
Día 9 – Taj Mahal y Fuerte Rojo
Nos despertamos bastante temprano ese día por varios motivos. El primero es que el mejor momento del día para ver el Taj Mahal es el amanecer. Los rayos del sol se reflejan en el mármol blanco del mausoleo haciéndolo «brillar». Sin duda alguna es el edificio más bonito que hemos visto en nuestras vidas. Mientras lo visitamos imperaba un silencia casi respetuoso, como sabiendo que estábamos ante una de las mayores obras de arte de la humanidad. El segundo motivo por el cual tuvimos que madrugar tanto era porque Donald Trump, presidente de EEUU había también decidido ver el Taj Mahal ese mismo día, evidentemente de forma privada, con lo cual no nos podíamos arriesgar a quedarnos sin ver uno de los principales motivos de nuestro viaje a la India.
Estuvimos en torno a unas dos horas viendo el mausoleo. Y aún así se nos quedó corto. A cada paso que dábamos estábamos más maravillados por la perfección de su arquitectura. Cuatro lados totalmente idénticos que transmitían paz y armonía independientemente del ángulos por donde lo mirásemos. Alerta de spoiler: ¿Sabíais que los cuatro minaretes que tiene están ligeramente inclinados hacia fuera para que en el caso de que se derrumbaran nunca cayeran hacia el Taj Mahal? Lo tenían todo pensado estos mogoles.
Nuestra recomendación a la hora de visitar el Taj Mahal: id sin tiempo. Sentaros, andad, disfrutad y cuando creáis que habéis acabado, hacedlo de nuevo, no os decepcionará.

Después de ver el Taj Mahal y con el corazón en un puño nos fuimos a visitar el Fuerte Rojo. Se trata de una estructura inmensa cuya muralla es de color rojizo y que cuenta con varios palacios de mármol blanco en su interior. El contraste entre el rojo de las murallas y el blanco de los palacios es impresionante. Es la fortaleza más importante de la India. Antiguamente los marajás mogoles gobernaban desde aquí. Como anécdota curiosa, el fuerte esta plagado de monos que si te descuidas se harán con cualquier objeto brillante que lleves. ¡Mucho ojo con ellos!

Como os he comentado anteriormente, Donal Trump estaba por la zona así que decidieron cerrar toda la ciudad al tráfico y cortar las calles, con lo cual nos dificultaba mucho desplazarnos para visitar más lugares. Tras varios intentos de trasladarnos a otra zona fallidos, decidimos ir al hotel y pasar el resto del día relajados en la piscina y descansando.
Día 10 – Traslado de Agra a Khajuraho pasando por Jhansi y Orchha
Tras nuestra última noche en Agra cogimos un tren dirección Jhansi para allí coger otro minibus que nos llevaría a Khajuraho pasando por Orchha. Después de unas dos horas y media en el tren habíamos llegado a Jhansi y cogimos el bus camino a Orchha.
Orchha es una ciudad palaciega situada a unos 200 km de Khajuraho. Allí, como en muchas ciudades ya visitadas hay un fuerte con palacios en su interior. El palacio-fortaleza consta de varios edificios construidos en distintas épocas. No es una parada muy conocida así que no os encontraréis con muchos turistas. Tendréis tiempo de disfrutar del silencio y de la gente local, de visitar el mercado y poder subir al Templo de Chaturbhuj, un templo hinduista dedicado al dios Vishnu.
Si decidís visitar el pequeño mercadillo que se encuentra en la base del templo podréis ver toda una gama de colores impresionantes de las especias típicas de la zona, además de las coloridas vestimentas de la gente local. Pasead entre los puestos, la gente y las vacas y disfrutad del ambiente y de la vida local, no os defraudará.
Una vez visitado la ciudad de Orchha, pusimos rumbo a Khajuraho y aquí encontramos nuestro primer gran problema del viaje: La carretera que unía Orchha y Khajuraho (178 km) estaba en obras y no estaba asfaltada. Habitualmente se tardan unas 4 horas en hacer el trayecto de Orchha a Khajuraho, sin embargo nosotros tardamos casi 9. Llegamos literalmente rotos del viaje a Khajuraho, así que nos dirigimos directamente al hotel, el Ramada Plaza. Sin duda el peor hotel del viaje. La habitación tenía la ventana rota, no había agua caliente… Al final nos cambiaron de habitación a una algo más «apañada» y pudimos pasar la noche sin problema.
Día 11 – Khajuraho y traslado a Benarés
Un nuevo día en la India comenzaba y a nosotros nos tocaba visitar los templos de Khajuraho. Estos templos también son conocidos como los «Templos del Kamasutra» ya que en sus paredes podemos ver múltiples esculturas dedicadas al placer del sexo en todas sus facetas.
Sinceramente, no sabíamos muy bien qué esperar de esta visita, pero junto con el Taj Mahal, fue lo más bonito del viaje arquitectónicamente hablando. Se trata de un conjunto de templos hechos en arenisca pero que parecen hechos de madera… Es algo simplemente impresionante. Las paredes están decoradas al sexo; con mujeres, con hombres, con animales, con todo… Encontramos una gran cantidad de templos, tanto en la zona occidental como oriental, cada uno de ellos más impresionante que el anterior.
Estos templos se encuentran en una especie de bosque/jardín con lo cual da la sensación de estar en plena naturaleza, pese a encontrarse en el centro de la ciudad. Anduvimos un buen rato de templo en templo dejándonos embargar por la historia que escondían para finalmente dirigirnos hacia el aeropuerto de Khajuraho y coger un avión que nos llevaría a nuestro siguiente destino: La ciudad sagrada de Benarés.

El vuelo salió un par de horas tarde, así que cuando llegamos al hotel de Benarés, el Rivatas, después de la hora de comer. Aún así teníamos tiempo para visitar un poco la ciudad y sobretodo atender a la misa que realizan al borde del río Ganges.
Si pensábamos que el tráfico de Delhi o Agra era una locura, al lado del de Benarés era una auténtica delicia. Nunca habíamos visto tantas motos, bicis, ricksaws, coches y peatones mezclados en medio de la calzada anteriormente. Eso sí que era un auténtico caos. Conseguimos alquilar un par de Ricksaws para que nos llevarán cerca del Ganges y así poder ver la ceremonia. Tardamos unos 30 minutos en llegar pero durante el trayecto temimos varias veces por nuestras vidas, imperaba la ley de «tonto el último».
Por fin llegamos al borde del Ganges y ahí vimos que el viaje en Ricksaw efectivamente había merecido la pena. Varios miles de personas se congregaban al borde del río y otros tantos en barcazas dentro de él para ver una ceremonia de una hora impartida por 7 sacerdotes novicios al mismo tiempo. Una experiencia única que nos demostró la espiritualidad de la ciudad, y como nuestro guía se encargó de decirnos varias veces: «Varanasi hay que vivirlo y sentirlo, no verlo».
Una vez acabado el ritual volvimos de nuevo al hotel a descansar y cenar, ya que al día siguiente nos esperaba un buen madrugón y otro día intenso.
Día 12 – Benarés y Sarnath
Nos dimos un buen madrugón de nuevo para hacer un tour en barca por el río Ganges al amanecer, que es cuando la gente devota se acerca al río a bañarse, lavarse y purificarse. Se trata de un ritual muy espiritual en el que gente de toda la India peregrina para purificarse en las aguas de la diosa Ganga. Podemos decir que Benarés es para los hindues lo que La Meca para los musulmanes. Lamentablemente había una niebla super densa y fuimos incapaces de ver nada desde la barca. Así que decidimos repetir el tour por la tarde noche, ya que también es muy bonito ver la orilla del río con la iluminación de los edificios.
Sin embargo sí que pudimos observar a la gente purificarse en el río. Su alegría, familias enteras peregrinando para bañarse en sus aguas. Gente de todas las castas y clases se daban cita en el mismo lugar, como cuando los animales de la sabana se citan en la charca para beber agua, sin distinciones ni clases sociales. Fue un momento mágico que nos quedará grabado a fuego en la memoria. Es impensable ir a la India sin visitar Benarés y acudir un amanecer a orillas del río Ganges.
Tras haber por fin comprendido eso de que «Varanasi hay que vivirlo, hay que sentirlo» volvimos de nuevo al hotel a desayunar y poner rumbo a una ciudad cercana, Sarnath, conocida por ser una de las cuatro ciudades santas del budismo, y siendo el lugar donde Buda dio su primer discurso. Una ciudad también repleta de espiritualidad.
Allí acudimos al museo dedicado al budismo donde se pueden ver múltiples esculturas dedicadas a Buda. A este museo es obligatorio acceder sin cámaras ni móviles así que os aconsejamos dejarlos en el autobús ya que sino no podréis entrar en el recinto.
Muy cerca de este museo, se encuentra también la Estupa de Chaukhandi, considerada el lugar exacto donde Buda predicó su primer sermón sobre el budismo. Se trata de una especie de pilar de roca donde la tradición dice que hay que rodearlo un número de veces impares. Nosotros dimos 3 vueltas admirando la religiosidad del lugar y luego nos dirigimos a una especie de parque que hay al lado con una gran estatua de Buda, muchas estatuas más pequeñas y varios templos budistas. El parque estaba lleno de gente que paseaba y hacía fotos así que nos mezclamos entre la gente para hacer lo mismo. Fuimos recorriendo todas las estatuas de Buda, muy diferentes unas de otras ya que dependiendo de la rama del budismo Buda tiene una apariencia determinada.
Tras acabar de visitar Sarnath, no tiene mucho más que ver a parte de un templo tibetano que por tiempo fuimos incapaces de ver, nos dirigimos de vuelta a Benarés para, de nuevo, dar una vuelta en barca de noche por el río Ganges. Este paseo en barca fue simplemente mágico. Ver la linde del río desde la barca, con toda la gente, las luces, la misa a la que asistimos el día anterior pero vista desde el río, fue una manera maravillosa de clausurar nuestra aventura en la India. Aprovechamos además para visitar el crematorio de Benarés. Está situado a orillas del Ganges muy cerca de donde la gente acude a purificarse. Desde la barca se podían ver varias piras funerarias ardiendo mientras un silencio casi sagrado envolvía el ambiente.
De repente, empezamos a oir una canción a lo lejos. Los cánticos se hacía cada vez más fuertes hasta que por fin vimos de qué se trataba. A lo lejos vimos cómo se acercaba una comitiva de gente con un cadáver a hombros. Directamente lo bajaron al río y lo sumergieron en el Ganges. Cinco veces exactamente, ya que la religión hinduista entiende que el cuerpo humano está formado por cinco elementos: Agua, fuego, tierra, aire y éter. Una vez sumergido se depositaba el cuerpo en las escaleras mientras montaban la pira funeraria. 500kg de madera donde después ardería el cuerpo durante unas 4 horas hasta quedar reducido a cenizas. Posteriormente esas cenizas se esparcirían en las aguas de la diosa Ganga. Esto que presenciamos desde las aguas del río fue sin duda lo más espiritual de todo el viaje, y entendimos entonces la importancia que Benarés tiene para los devotos hinduistas.
Día 13 – Traslado de Benarés a Delhi
El viaje llegaba poco a poco a su fin. Estuvimos por la mañana andando por la zona cercana al hotel para luego dirigirnos al aeropuerto y coger el avión que nos llevará de vuelta a Delhi.
Llegamos a Delhi casi al anochecer, al mismo hotel del primer día, el Crowne Plaza. Cenamos en el hotel y descansamos ya que al día siguiente teníamos que coge de nuevo un avión que nos llevaría de vuelta a España. Nuestra aventura se acababa…
Al día siguiente llegamos a Madrid, extenuados por estas dos intensas pero magníficas semanas en la India. Durante el viaje conocimos a una inmensa cantidad de gente. Gente autóctona, extranjera, de clase alta y de clase baja… Pudimos vivir una boda típica desde dentro, una experiencia difícil de contar si no lo has vivido.
Este viaje nos ha cambiado la percepción que teníamos del mundo. Cómo con tan poco la gente puede ser tan feliz. Hemos visto pobreza, abundancia e incluso miseria. Sin embargo, todos los que nos encontramos nos abrieron su corazón y compartireron sus vidas con nosotros. Aunque tuvieran muy poco, te lo ofrecían con una sonrisa. Sin duda una experiencia única donde, a pesar de que sólo pudimos ver una pequeña parte de la India, descubrimos a su gente y sus costumbres, y consiguieron que pese a estar lejos de casa, nos sintiéramos como si estuviéramos en ella.
La India te puede encantar u horrorizar, pero desde luego no te dejará indiferente.